Reflexiones breves para pensar, sentir y comunicar

 

Amar en tiempos revueltos fue una popular serie de televisión en España hace años. Esta reflexión no tiene nada que ver con ella, pero el título no puede ser más adecuado dados los momentos por los que estamos atravesando. Y no solo en Europa, con la guerra de Ucrania, sino en todo el mundo y a todos los niveles y ámbitos, incluyendo el social, laboral, familiar, político, religioso, etc.

Es muy fácil en estos momentos caer en todo tipo de polaridades. Depende desde dónde mires, pensamos que unos son los buenos y otros los malos, que unos tienen más culpa que otros, que unos merecen más nuestro desprecio que otros.

¿Se puede mirar desde otra perspectiva, una que vaya más allá del bien y el mal, y ahí, en ese espacio, encontrarnos, como decía el poeta Rumi?

No solo es posible. Es muy deseable. Y práctico. Y urgente, diría yo. Solo en ese espacio que trasciende la polaridad bien/mal está la mirada unificadora del amor y la compasión.

Ese estado amoroso y compasivo no solo es deseable por ser un estado en el que podemos encontrar paz, libertad, plenitud y amor. Es un estado por el que merece la pena trabajar dentro de nosotros porque también es muy práctico. Es ahí donde se encuentran, también, la claridad, la creatividad, el desapego y la buena voluntad, condiciones imprescindibles para resolver conflictos de una manera pacífica.

Cuánto más habitamos ese espacio, más nos damos cuenta de que contribuir al bienestar de los demás, y al nuestro propio, en igual medida, es la mayor fuente de gozo y efectividad. ¿Qué conflictos no se pueden resolver desde ahí?

Este estado no se alcanza a través del esfuerzo, sino a través de la toma de consciencia de todo aquello que nos mantiene en un estado de separación y reactividad, y la sensibilización con relación al desequilibrio, malestar y daño que de ahí surgen.

Como dice Marshall Rosenberg en su libro Comunicación NoViolenta, un lenguaje de vida, la compasión es nuestro estado natural cuando el corazón se ha liberado de toda violencia, un estado desde el que también brota el fluir de dar y recibir desde el corazón.

Así que nuestro trabajo no está en luchar por la no-violencia. Nuestro trabajo es el de dejar que la luz de la consciencia llegue a esas sombras de donde surgen la separación y la reactividad, y la tendencia de nuestra mente a polarizar.

La no-violencia y la compasión son el resultado natural de ello.

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