Reflexiones breves para pensar, sentir y comunicar

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Hace unos días, en una formación de CNV hablábamos de la frustración que puede provocar pedir algo y escuchar un no a nuestra petición.

Uno de los supuestos principales de la CNV dice que todo lo que hacemos los seres humanos, todas las decisiones que tomamos y todo lo que decimos tiene detrás una o varias necesidades que queremos cuidar, tanto nuestras como de otras personas.

Por tanto, cuando alguien dice no a algo que le pedimos es porque está atendiendo algo importante para ella o él.

También está la cuestión de capacidad. Hace poco un amigo me pidió hacer una traducción. Traducir no es lo que más me gusta así que sentí cierta resistencia.

Después vino cierto alivio al decirme él que esta traducción tenía que ser una traducción jurada. No soy traductor jurado.

Si le hubiese dicho que no a su petición sin necesitar ser ésta una traducción jurada, ello hubiese tenido que ver con mi disposición. Decirle que no porque no soy traductor jurado tiene que ver con mi capacidad.

También está la capacidad emocional.

Me considero una persona con una capacidad de escucha bastante desarrollada. Pero, cuando estoy estresado, esa capacidad puede disminuir notablemente.

Pedirle peras al olmo tiene que ver con pedir algo a alguien que no tiene capacidad de dárnoslo. Para mí, ese proverbio nos habla de aceptación. Si aquello que pedimos está más allá de la capacidad de la otra persona, por más que nos enfademos y frustremos, no podremos recibirlo de ella.

Si queremos peras, mejor ir a un peral a pedírselas. Y por qué no, después nos las podemos comer junto al olmo, disfrutar de su sombra, admirar su belleza, y agradecer y apreciar lo que sí tiene capacidad para darnos.

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Recuerda: La calidad de tu vida depende de la calidad de tus relaciones. La calidad de tus relaciones depende de la calidad de tu comunicación.