Reflexiones breves para pensar, sentir y comunicar

 

No quiero ser mejor persona. Quiero otra cosa.

 

Todos queremos crecer y evolucionar.

A menudo decimos cosas como:

  • Quiero ser un mejor padre o una mejor madre
  • Quiero ser mejor persona
  • Quiero ser una mejor esposa o un mejor esposo, etc.

Muchas veces, con ese fin, de por sí loable, lo que terminamos haciendo es un intento de “eliminar” o “extirpar” esa parte de nosotros que no nos gusta.

Es decir, nos relacionamos de manera violenta con nuestra propia persona.

Porque a menudo esa parte que no nos gusta de nosotros la juzgamos como no deseable y la criticamos o la rechazamos.

Y eso crea tensión y conflicto dentro de nosotros.

No es de extrañar que esto sea así.

Este es un patrón que aprendimos desde niños a través de la manera que nos educaron nuestros padres, maestros, cuidadores, etc.

Nos educaron a través del premio y el castigo, de la aprobación y del rechazo, y de muchas maneras más a través de mecanismos que tenían como finalidad hacernos “entrar en el redil”.

De esta manera se sembró en nosotros la semilla de la deshumanización.

Nuestra propia deshumanización.

Al vernos como buenos o malos, obedientes o desobedientes, generosos o egoístas, etc. los adultos a nuestro alrededor nos deshumanizaban.

No dudo de que su buena intención era contribuir a nuestro desarrollo.

Tampoco los culpo. Faltaría más.

Estoy agradecido por lo que me dieron y la manera en la que me apoyaron.

Nos educaron así porque heredaron estos patrones.

Como los heredamos nosotros.

Afortunadamente ahora nosotros podemos transformarlos.

Cuando nos hemos deshumanizado, por muy sutilmente que sea, también vamos a deshumanizar a los demás cuando hagan cosas que no nos gustan.

Es ahí donde nace la violencia.

En Comunicación NoViolenta hay un principio fundamental que dice que todo lo que hacemos lo hacemos con la intención de cubrir necesidades.

Incluso eso que hacemos que no nos gusta lo hacemos motivados por algo importante y poderoso, probablemente a través de medios que no están en armonía con nuestros valores.

Por eso no nos gusta.

Si podemos entrar en contacto con la motivación detrás de esos comportamientos nuestros que no nos gustan, se inicia un diálogo interior que nos lleva al auto conocimiento y a la integración.

Entonces podemos, en ese diálogo con nosotros mismos, empezar a transformarnos desde la integración en vez de desde la auto exigencia.

En la integración hay más energía y claridad que en el auto sometimiento.

Y más paz.

Y más creatividad.

Y más eficacia.

Reflexiona: ¿Qué partes de ti rechazas porque no te gustan? ¿Cómo te relacionas con ellas? ¿Puedes ver las necesidades que esas partes intentan cubrir?

A menudo estas partes que rechazamos tienen un regalo para nosotros que solo gracias a ellas podemos descubrir.

Descubre ese regalo.

Verás que sentirás aprecio y agradecimiento por esas partes que antes rechazabas.

Por eso, no quiero ser mejor. Quiero estar más integrado dentro de mí.

 

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